Creo que si tuviera que dibujar el Olimpo, lo imaginaría exactamente como la Acrópolis. Durante el día, despunta blanca y diáfana entre las miles de construcciones rectangulares, casi insípidas, de la moderna ciudad. Sólo dos templos se distinguen entre las ruinas; el Partenón y el Ereteo, pero es precisamente ese carácter desgastado y quebradizo lo que acentúa su aura sagrado. De alguna manera, ese carácter testimonia en sí mismo toda la historia de Grecia, de sus dioses, sus invasores, sus guerreros y sus cuidadanos.
El Partenón fue construido durantela Edad de Oro de Pericles para honrar a la diosa Atenea. Cuenta la leyenda que los atenienses solicitaron a los dioses un patrono para su ciudad-estado, desatando una lucha entre Poseidón y Atenea, que se disputaban el título. poseidón les dio entonces el mar, sin reparar en la inutilidad que implicaría el agua salada para el pueblo. Atenea, en cambio, sembró un olivo, que germinó precisamente en la cima de la Acrópolis como símbolo de fertilidad. Sin embargo, las ofrendas que los atenienses llevaron al templo finalizaron con la llegada del Imperio Romano, que transformó el Partenón en una iglesia y destruyó las esculturas sobre el friso, que ilustraban a los dioses paganos.
El Partenón fue construido durante
Con la invasión del Imperio Otomano en 1453, tras la destrucción de parte del templo, se construyó una mezquita árabe en su interior, hasta que una explosión lo destruyó por completo, ya que era utilizado como depósito de municiones.
Por la noche, el rostro de
Me acerqué a la Acròpolis por primera vez desde las callecitas de Plaka, el barrio tradicional que, con su entramado de callecitas de màrmol blanco y aberturas azules dibuja una atmòsfera plàcida y lìmpida. El barrio rodea la Acròpolis en uno de sus lados y la acaricia con sus calles empinadas y diminutas de piedra blanca, que burlan a los visitantes con sus escalinatas sin salida. Partì por esos mismos senderos cuesta arriba, probando mil y un caminos que terminaban en la nada. Fue como volver a la niñez, volver a las bùsquedas del tesoro a través de un laberinto blanco y puro, con intervalos que se transforman en improvisados miradores desde donde la ciudad despliega su simetrìa. Toparme una y otra vez con irrisorias puertas azules circundadas por hortensias, tùneles blancos cubiertos de enredaderas sòlo aumentaban mi ansiedad por llegar a la cima...
1 comentario:
Hola, recién entré, asi q he mirado poco...pero lo que vi de Atenas, muy muy bueno. Las fotos impresionantes. Gracias !
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