2012: El año que nunca voy a olvidar

Un año atrás, me encontraba sentada junto a mi abuela y mi mamá en el borde de la pileta, disfrutando de la sombra fresca de un pino gris que se alza en el patio de mi casa, en Córdoba. Esperábamos el año nuevo con mates y sandwichitos, con un libro de predicciones zodiacales que había llevado mi tía, y con algunos balances de aquel 2011 que se iba. En ese momento, decidí fijarme tres objetivos para el 2012: uno a nivel laboral, uno a nivel espiritual, y otro (por supuesto) sería un destino de viaje. 

Hoy, mientras despido el año, me doy cuenta de que en realidad no alcancé ninguna de esas metas. Quizá este año no conocí Nueva York, no cambié de trabajo, y no estoy segura de haber cambiado aquella parte de mi personalidad que quería cambiar. Pero son justamente estos objetivos lo que me mantuvieron motivada. Despierta. Con ganas. Feliz.

Fue gracias a esas metas que este año...

Corrí mi primer maratón, costeando las termas de Caracalla;
Me puse por primera vez un esquí y caí cien veces sobre la fría nieve de los Alpes;
Me asomé por el balcón de Julieta en Verona;
Crucé en barco el río Bósforo en Estambul, y puse mi primer pie en Asia;
Caminé por los pasillos de los bazares en Turquía y tomé mi primer Hammam;
Toqué la arena caliente del desierto en Egipto y curioseé por el interior de una pirámide;
Aprendí danza del vientre en El Cairo y lo bailé por la noche en una felucca por el río Nilo;
Descubrí que existe otro mundo, al zambullirme y bucear junto a los peces coloridos del Mar Rojo;
Escalé toda una noche bajo las estrellas y esperé el amanecer entre las nubes del Monte Sinaí;
Subí a un globo aerostático y sobrevolé lentamente el Valle de los reyes en Egipto;
Entré por primera vez a una mezquita y pronuncié mis primeras palabras en árabe;
Espié a través de las vidrieras del barrio rojo en Amsterdam;
Y esta noche, inshallah, esperaré el año nuevo bajo la torre Eiffel en Paris...

El amanecer más hermoso del mundo, entre las nubes sobre el Monte Sinaí (Egipto)

Esquiando por primera vez, con un instructor de lujo, mi primo Roby. (Los Alpes piamonteses, Italia)

Allí están, Asia y Europa, unidas por un puente. Verlo desde la mezquita de Suleyman para mí fue histórico (Estambul, Turquía)

Llegar a las pirámides y tocarlas con mis manos, inolvidable (Giza, Egipto)

Los expertos de Giza. Hablan varios idiomas, saben montar caballos y camellos, y billan de carisma.

Mi primer experiencia de buceo en Dahab, península del Sinaí (Egipto)

Hagia Sofia, el templo más hermoso que haya visto, una simbología única de encuentro religioso (Estambul).

El atardecer más sugerente el mundo, en El Cairo (Egipto)

En el barco, lista para cruzar hacia la parte asiática de Estambul y ver por primera vez el Mar Negro (Turquía)

Templo de Karnak, Luxor (Egipto)

Subida en el canasto del globo, lista para despegar sobre el Valle de los reyes (Luxor, Egipto)

Desde el aire, los otros globos se van inflando uno a uno mientras lentamente se levanta el sol (Luxor, Egipto).

La belleza y la calma espiritual de El Cairo, vista desde el parque Al-Azhar.

Una navidad diferente, caminando por los canales de Amsterdam (Holanda)

Pero hay una sola cosa que encontré siempre, en todos estos lugares. Mi cosa preferida. Y es la gente, personas maravillosas que te llenan el corazón, que muchas veces en cuestión de horas, te devuelven otra mirada del mundo. Personas que con un simple gesto te demuestran la grandeza de la humildad, del dar sin esperar nada a cambio, del tolerar a quien se considera enemigo, del respetar visiones diferentes, del compartir por el simple gusto de compartir...  

Por eso este 2013 redoblo la apuesta y agrego otras metas. Va a ser difícil repetir un año tan feliz como el 2012...  pero ya tengo la primera ahí, firme y decidida. Es un cambio importante, que incluso ya tiene fecha... 

Feliz 2013 a todos!!!!!